17 octubre, 2012

Y todo por un simple extraño.


-Eran las 20:41, ese día se retrasó un poco. Hacía unas pocas horas estaba lloviendo, el césped seguía húmedo y los bancos estaban mojados, así que la esperé de pie, apoyado en un árbol, con un ramo de rosas en la mano. Todos los días la acompañaba hasta su casa, no era nada raro que la estuviese esperando, pero ese día era especial, me había dicho que me tenia que contar una cosa muy importante. Y de repente escuché un grito ahogado, me sonaba, tiré las rosas al suelo y corrí. Me quede paralizado al verla, era ella, estaba votada en el suelo, muerta. Sus bonitos ojos estaban abiertos, mirando al infinito, y su bonito cabello, color caoba, estaba recogido con una coleta. Tenía el cuello rojo, la habían estrangulado. Las lágrimas me caían, lo único que pude hacer fue abrazarla hasta que llegó la policía. Lo peor fue más tarde, le hicieron la autopsia... Estaba embarazada de dos meses, perdí al amor de mi vida y a mi hijo, y todo por un loco que a lo mejor solo quería dinero. Y aquí estoy, en un bar, ahogando mis penas en alcohol, contándole mi vida a un extraño.
+Lo siento.
-¿Por qué?
+Yo la maté.
No creo que sea lo correcto, abandonaré a las personas importantes en mi vida, acabaré con todo en unos minutos. Hay tantas cosas que me hubiesen gustado hacer, tantas sonrisas que regalar, tantas lágrimas que llorar, tantos años de vida que vivir...
No me gustaría que mi madre me viese así, pero, ¿qué puedo hacer yo para que no lo haga? A lo mejor hacerlo en otro lugar, pero no, pensaría que me han secuestrado y se sentiría culpable por haberme dejado sola en casa.
Después de mucho pensarlo, voy a la cocina, cojo el cuchillo más grande que haya y me lo paso lentamente desde la muñeca hasta la mitad del brazo. Veo como me desangro, me siento sobre el charco de sangre y espero a que todo acabe. En unos segundos todo acabará, desapareceré de este desgraciado mundo, no volveré a sentir dolor nunca más, no volveré a llorar. Ya no me quedan fuerzas. 3... 2... 1... Mi corazón deja de latir.
Un chico le regaló 10 flores a una chica y le dijo: "Te querré hasta que la última flor muera". Una flor era de plástico.
Y de repente, dejó de oír los pasos y en ese momento pensó: "¿Se habrá ido ya?". Y asomó la cabeza por la puerta media abierta del armario, pero ahí estaba, mirándola a los ojos, y en un suave susurro le decía: "Ahí no estás segura, ven conmigo". Ella salió, lo agarró de la mano y se fue con él al infierno.

Los zombies

Se les ha descrito como los infectados que se arrastran, pero, en cualquier caso, no son más que un reflejo de nosotros mismos, simples mortales que viven asustados por la muerte en una sociedad al borde del colapso.

11 octubre, 2012

Diario de un anónimo:

                                                                                                        Canadá, 26 de noviembre de 1976
Mi vida era perfecta. Tenía una casa preciosa, muchas mascotas y una esposa bellísima, hasta estábamos pensando en tener hijos, vamos, como en una película, pero sentía que me faltaba algo.
Pasaba el día pensando en lo que me faltaba, y así es como perdí mi juventud. Ahora tengo 48 años y mi vida ya no es muy perfecta.
Ahora vivo en un edificio de cuatro bloques, fui matando a mis mascotas, una a una, y ahora solo me queda un gato negro con un solo ojo. Mi esposa, bueno, siento que me desprecia y que me tiene miedo, y sospecho que tiene un amanta y hace 3 años se quedó embarazada, pero a los 7 meses perdió al bebé, y ya no lo volvimos a intentar más. Todavía no he averiguado lo que me falta. Seguiré escribiendo mañana.

                                                                                                           Canadá, 27 de noviembre de 1976
No me creo lo que he hecho, la he matado, todo empezó con una tonta discusión y ahora está tendida en el suelo, encima de un charco de sangre, al final de la escalera. Escucho la sirena de la policía. Tengo que entregarme.
                                                                                                          Canadá, 28 de septiembre de 1977
Me han devuelto mi cuaderno, después de un año, mi vida ha dado un giro de 189 grados. Ahora vivo en un cuarto, solo hay una cama, un váter y un escritorio. Las paredes con blancas. Llevo una bata blanca y como gratis. Cuando grito, vienen unos hombres vestidos de blanco y me llevan a una habitación alcolchada, donde nadie me escucha y yo no escucho nada.
También me ponen una camisa blanca, con extraños agarres que me sujetan muy fuerte los brazos. No hay ni cama, ni un váter, ni un escritorio. Lo único que se puede hacer es pensar y, en ese tiempo, he descubierto algo que me ha llevado 24 años. No me faltaba nada, me sobraba.

Esa es la verdad

El Amor es... mmm, como decirlo... un hijo de puta. Juega con cada uno de nosotros cuando quiere, te hace sentir como él quiera y cuando él quiera. Puede hacer que estés feliz o triste. Se va cuando quiere y vuelve cuando menos te lo esperas, acompañado de algún otro sentimiento. Pero no te fies, lo único que le interesa con tus lágrimas, te enseña a amar pero no a olvidar. ¿Qué como puedo decir eso? Cuando amas a alguien, el Amor te hace darle un trocito de tu corazón a otra persona que no te ama igual. Cuando esa persona se va sin darte un trocito de su corazón, en el tuyo queda un hueco sin rellenar, que nunca lo hará, y ahí es cuando los ojos se llenan de agua sin piedad, y cuando ya no pueden más, ese agua te cae por la mejilla, en forma de lágrima, hasta llegar a la barbilla y caer mojándote la camisa. Eso es lo que quiere, lo que le hace ser feliz