23 septiembre, 2012

Sonríe, tu sonrisa es bella.

Odio tu sonrisa. Odio tu increíble sonrisa.
La odio, la odio porque cuando sonríes me vuelvo totalmente impotente. Impotente por no ser capaz de apartar mi mirada de ella. De ti.
No sé como lo haces, pero eres capaz de volverme loca con tan solo un movimiento y es algo ilógico porque yo no soy una persona que se sorprenda a la mínima. Es más, creo que hasta soy difícil de impresionar, pero tú... Tú eres diferente.
Lo cambias todo y me cambias. Me vuelves mejor de lo que soy.
Sacas todo lo bueno de mi y haces que las imperfecciones solo sean pequeños detalles añadidos.
Me haces perfecta y te haces perfecto.
Y entonces, me entran unas ganas enormes de besarte, de besarte para comprobar si realmente eres real, si estás aquí.
Y tú... Tú vuelves a sonreír.
Y el mundo se me viene encima.
Mi mirada busca la tuya, mis manos acarician tu cara, tus dedos resbalan por mi cintura y miles de mariposas revolotean a mi alrededor, haciendome temblar...
¿Realmente existes?

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